Di oídos, por así decir es una apuesta emocionante para que el lector, llevado de
la mano del protagonista, un niño preadolescente, descubra los lugares y sus gentes,
enmarcados en el ambiente de un pueblo del Alto Almanzora, donde discurrió una parte
de su niñez, bajo la sombra, ancha y triste de la realidad franquista. No obstante, y gracias
a su verbo fluido, cercano e íntimo, el autor ha sabido rescatarlos de cualquier tinte
que hubiera podido enturbiar el aire apaciguador que lo animaba; al tiempo de dar a
conocer, a través de una serie de breves relatos, no exentos de cierta crítica sana e ironía,
una serie de personajes populares que, de cualquier modo, quisieran o no significarse,
quedaron sabia y respetuosamente reflejados en su reseña de la memoria colectiva, en la
que, además, señoreaban sus tradiciones más genuinas, convertidas, muchas de ellas, en
expresiones culturales de honda y vehemente raigambre.
El relato ágil y reflexivo de sus propias impresiones, así como sus vivencias, nutridas en
el ambiente lúdico que disfrutaba con sus compañeros de juego, sus propias aficiones, la
escuela, las tribulaciones en el entramado social, los infortunios, la familia, etc., el protagonista
deja constancia amable de cuanto vio y escuchó de las personas que se significaron
en la idiosincrasia del paisanaje de su entorno y del que formó parte, por así decirlo.
El libro constituye una parte, la segunda, de la obra global «Tiempo, Espacio y Crítica»,
que no obstante ofrecer cada una de ellas su propia identidad, de modo que no sea preciso
secuenciarlas, el autor ha pensado dejar configurada como una trilogía, que abarque
los diferentes escenarios en los que se desarrollaron los años de su niñez y adolescencia
temprana, mientras transcurría la segunda fase de la dictadura y comenzaba la tercera y
última, que concluyó, finalmente, con la aparatosa muerte del dictador.