¿Quién no ha soñado o se ha levantado de una pesadilla y ha resultado ser real, algo ya vivido, oculto entre los recuerdos?, ¿oír una historia y hacerla parte de uno sin que la imaginación dé tregua a otra cosa más que a creerla?
En Diario de una niña que escribía sobre el poyo de la cocina se entrecruzan la vida de Dolores y las de quienes conforman su mundo en un año crucial para su vida; el paso de una infancia consentida a una adolescencia idealizada, en un pueblito bien pequeño de un lugar imaginario, o no, rodeada de todo lo que necesita para ser feliz, sin que ello le impida soñar con cruzar los lindes a un mundo real.
No hay un solo protagonista; su abuela, su querida Felisilla, su primo, el mar, las historias, van moldeando sus almas y por ende la suya propia; un espíritu libre dispuesto a enfrentarse a todo y a todos.
Esta novela, hecha a base de historias reales que una vez escuché o imaginé a través de las recetas familiares, es un homenaje a quienes han estado ahí. Me contaron y yo cociné a mi gusto.