Verano de 1933. Una villa milenaria. Un asesinato. La guerra y la postguerra. Tiempo de venganzas. La sombra omnipresente de los muertos que vagan en busca de reposo. Un trueno restalla y retumba como si se resquebrajara una enorme roca. Cayó la tormenta como un huracán. El río se convirtió en un mar rojo. Flota un cadáver entre los cañaverales.
Un impresionante relato histórico, lleno de suspense y tensión, que avanza sin decaer hacia un final inesperado. Una infancia que quedará para siempre cercenada y partida en dos, como atravesada por un rayo. Nada somos sin el recuerdo de lo que fuimos. El pasado quizá nunca desaparezca y siga vivo en algún lugar recóndito de nuestro ser.
Los hechos históricos aparecen narrados con toda su crudeza, pero el autor logra situarlos, más allá de cualquier alegato ideológico o partidista, en su dimensión más humana y profunda, llevándonos hacia una reflexión sobre el odio, el rencor, la injusticia, la fuerza de las palabras y los sentimientos, la impronta de las primeras experiencias y recuerdos.