Nostalgia, de un pasado mejor, en que la naturaleza mostraba una salud ahora añorada; contradicción, entre el amor a la naturaleza y el sacrificio sin remordimientos; tristeza, por no poder enmendar los errores de un pasado que secuestra toda oportunidad de un futuro feliz; esperanza, en que todo puede cambiar a mejor y el hombre, en un entorno cordial y amistoso, puede en cierta medida aliviar sus penas.
Concatenados, tales sentimientos alumbran esta obra, endulzada con algunos episodios de moral leve e indulgente que hacen más soportable el sórdido ruido de las lágrimas al caer sobre un charco en bajamar.
Así, contado desde la perspectiva de un periodista amable, surge esta historia, en un entorno social y físico que permite a este hombre, arrinconado por el drama, vivir sus últimos otoños como un ser humano.
Carlos Redruello González