Hoy he visto —mejor no recordar el lugar, el día, ni la hora— completamente sorprendido, incrédulo y alucinado, las imágenes que transmitían en el televisor de cómo dos padres se agredían mutuamente en un campo de fútbol, así como otros padres y madres presentes que pretendían separarlos, imponer paz, y todo ello ante la atenta e inocente mirada de sus propios hijos pequeños.
–¿Qué pensarían sus hijos en aquellos momentos?
–¿Qué imagen es esta?
–Creo que esto… no es deporte.
–Esto… no puede ser fútbol.
–Esto… tiene que ser otra cosa.
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