El cometa tiene un día que caer y hacer su agujero. Cuando lo hace al lado de otros, te puede contar el viaje, pero también vivir la aventura que no conoció.
Ignacio Landa (1962), con este exiguo teorema, hace del hospital de Bermeo su ocasión, en él pace, haciendo un documento sentimental de varios años de su historia entre personas especiales y, por lo general, bien atendidas por profesionales no menos vocacionales. Biográfica y canto a la esperanza, da un paso adelante en el estigma de la locura.