DRÔLE DE GUERRE. En ninguna saga del amor veremos descrita una seguridad, una verdad inmutable y estática, un inconmovible libro sagrado del amor —el único lenguaje universal—, puesto que cada persona es irrepetible e impar y, por tanto, la estrategia (y la táctica) para seducirla diverge en cada uno de los casos y, por supuesto, está en constante movimiento, pues debe adaptarse —a tiempo real—, como muy bien refirió Heráclito, a la esencia decididamente dinámica del ser humano del que nos enamoramos. Drôle de Guerre nos habla de un planeta amorosamente belicista en el que cohabitan carros Tiger rodando por última vez hacia la conquista de la felicidad, mapas del estado mayor del deseo, biplanos Swordfish que torpedean nuestro corazón, acorazados naufragados por un bombardero estratégico de seducción, black-ops autorizadas por detrás de la mirada de nuestro ideal femenino, lejanas batallas en Rusia o en Francia por poseer un soberbio cuerpo, ofensivas relámpago por copar la pasión o defensas flexibles de relaciones en retirada. En este libro, la pérdida de Cuba y Filipinas en la batalla de Cavite será mucho más que el final de un imperio de quinientos años, Cavite es el final del amor. ¿Cómo se conjuga este oxímoron?, ¿cómo se hacen el amor y la guerra?, ¿cómo se abrazan dos íntimos enemigos? La respuesta podría estar entre las páginas del libro que ya has empezado a acariciar con tus manos y con el que acabas de romper un secreto armisticio.