Este libro es un recuerdo de cómo empezó todo. Empieza en marzo, cuando cierran los centros educativos y después instauran el estado de alarma en España. Es un reflejo de la inquietud de ese momento en la ciudad de Barcelona, también mi experiencia como profesora cuando reabren los centros, en una zona muy afectada por la COVID-19, en un centro de máxima complejidad.
El año que todo cambió relata ese miedo al contagio, el confinamiento, el auge de la telemedicina o el deporte, un año con demasiados cambios.
«Aún no han pasado dos semanas y quedan dos semanas más aún… y me pregunto cuánto quedará para volver a la normalidad otra vez».
También habla de las consecuencias que ha traído la pandemia. Se vuelve a hablar de crisis.
«Seguimos estancados, intentando resurgir, en medio de una crisis social y sanitaria. Mi padre hoy en el supermercado se ha enterado de que mañana hacen una recogida de alimentos porque las reservas escasean y todavía falta mucho para Navidad».
Y del cansancio, esperando la vuelta a la normalidad, a la vida de antes, que puede que no fuera la mejor vida posible pero no existía la distancia social, ni el uso de mascarillas, ni estábamos preparados para vivir una pandemia.
«¿Cuánto crees que durará el coronavirus? ¿Un año, dos años, seis meses? Si me lo hubieran preguntado en junio, habría dicho cinco meses».
Hasta que por fin llega la vacuna, algo impensable. Lo que mucha gente ha estado esperando, lo que al principio parecía la única solución. Aunque el coronavirus todavía no ha desaparecido, de repente, se abre una esperanza, hasta para quienes no piensan vacunarse.
Si la solución era la vacuna, ahora casi la tenemos, encima, habrá más de una.
El año que todo cambió es un resumen de todos los cambios que ha traído el coronavirus, el 2020. Porque en un año la vida puede cambiar demasiado para nuestro gusto.