La novela arranca su singladura en los primeros días del mes de marzo del año 2010. Son los días que preceden a la Semana Santa sevillana.
La policía recibe una llamada y descubre el cuerpo de Marcela, una prostituta de origen brasileño, como si fuera la pieza central de un decorado lleno de símbolos, fetichismos y mensajes de cariz religioso, no exentos de cierta índole esotérica.
El comisario Morales, el inspector Ramírez y el subinspector Palacios, serán los encargados de resolver el caso. La aparición de una segunda víctima les indicará que la autoría de este segundo asesinato pertenece a la misma persona que perpetró el primero.
La parapsicóloga Patricia Vélez y el padre jesuita Tomás Ruiz, completarán el equipo que debe encontrar la clave que pueda desenmarañar la complicada madeja de mensajes y pistas que paulatinamente les va dejando el asesino.
Todo parece indicarles que la trama les está conduciendo hasta una fecha en concreto.
Pero todo comenzará a tomar forma y sentido cuando…