Eralia se encuentraba en una guerra costosa, y la falta de dinero se notaba en la ciudad costera de Janda. También se notaba en la casa de un servidor, Keis, que en vez de dejar el nido y trabajar como agricultor o sirviente, decide coger su ropera y, acompañado de su amigo y mentor, comienza a trabajar como asesino a sueldo en La Pensión. Pero los dos años que estuve praticando esgrima no me prepararon para lo que me encontraría en mi primera misión; los hombres que debía matar estaban siendo devorados por asuangs. Luego entraron en escena un par de arcabuces y acabé encontrándome con una de las come-hombres herida en un callejón. Aunque me guste matar, tengo un corazón bajo el pecho, por lo que acabé ayudándola. Todo esto acabó conmigo trabajando para el gobierno, bastante cabreado con un grupo rebelde. Pero como quiero que lo averigüe leyendo este libro, le bastará con saber que aquí encontrará acero, pólvora, romance y muertes. Bastantes muertes, a decir verdad.