LIBRO TERAPEÚTICO PARA ENVOLVER AL NIÑO EN GRAN AUTOESTIMA Y SEGURIDAD.
LOS NIÑOS NO SON COSAS
Los niños no son cosas, toman sus propias decisiones, saben determinar qué es mejor para ellos, pueden entender la vida y la entienden, la idea de que los niños son cosas, de que les tenemos que meter ideas, sentimientos, emociones, vivencias, es una idea errónea que no permite a los niños sacar lo mejor de sí mismos. La creencia de que los niños son víctimas de nuestra sociedad, de nuestros pensamientos, de nuestro propio sufrimiento e ignorancia nos lleva a tratarlos como seres infrahumanos, debilitados, frágiles. Cuando un niño es capaz de sobrevivir, entender, salir adelante, ese niño va a cambiar el mundo, y su realidad está diseñada para cambiar el mundo. Si a ti te hubiesen tratado como un miserable, como un tonto, si no hubieran confiado en ti, en nada, solamente te hubiesen entretenido con juguetes adaptados a la inteligencia que ellos creían que tenías. Si nunca hubieses salido de casa y hubieses pasado tu vida encerrado en una urna, en un ataúd. Si de repente a los diecisiete años te dicen que vueles, que vivas tu vida, ¿cómo crees que te sentirías?
Los niños así tratados no pueden crecer bien, crecen con una carencia, no es una carencia de amor, es una carencia de sinceridad y de respeto. Los niños son personas pequeñas, bajitas, no son frágiles, son fuertes y capaces de sobrevivir, capaces de comprender qué es la muerte, la enfermedad y que sus padres les mienten.
El llevar a un niño de un lado a otro para meter en ellos conocimientos, sin que quiera, no dejarlos elegir lo que verdaderamente quieren no es hacerles un favor, no es preocuparse en lo mejor para ellos, no es amarlos.
Si no entendemos eso, llegar a ellos nos hace tratarlos como víctimas. Cuantas más ramas cortes de un árbol, menos frutos te dará el día de mañana, cuanto más permitas que el árbol crezca libre, más abundancia te dará.
Nota:En agricultura, una buena poda da buenos resultados, un árbol salvaje da unos frutos pequeños, en muchas ocasiones no tan abundantes. En un árbol salvaje, como el acebuche, prácticamente todo su fruto es hueso.