Este libro es una loa al simple hecho de caminar. Andar los caminos sin reloj es adentrarse en la exploración de los campos de la necesaria soledad interior. Es también una invitación a palpar la lentitud en derredor. Esta tranquilidad nos permite identificar y percibir el pálpito, no solo del corazón, sino de nuestra propia existencia.
Es lo que les sucede a los protagonistas de estos relatos: todos ellos se amigan con la calma, lo cercano e inmediato y ello tiene que ver con la mínima distancia existente entre mente y corazón. Es entonces cuando comienzan a tomar cuerpo, en las vidas de los personajes, respuestas a preguntas no planteadas pero siempre relacionadas con las propias expectativas, ilusiones, dudas, penas o felicidad.
En resumen, en las nueve historias del libro se entrelazan las experiencias vitales de unas personas cuyo comportamiento va tamizándose merced al marchamo indefectible de la ruta jacobea. Nueve relatos de amena lectura y hechizante atmósfera en la que el lector acaba implicándose irremisiblemente.