Pensamos equivocadamente que controlamos nuestras vidas. Pensamos que nuestra familia, nuestras creencias y hasta el paisaje que nos rodea estarán siempre ahí. Pensamos que siempre tendremos oportunidades, que nuestros hijos y nietos siempre estarán cerca. Qué ilusos. Una vez que el carrusel de la historia comienza a girar, vemos cómo el destino y los demonios del sectarismo, las ideologías y la intolerancia quiebran nuestra realidad en mil pedazos. Pensamos también que solo nos pasa a nosotros, pero se repite, y muy parecido. Es local y universal. Un carrusel no menos singular vivieron los antepasados de la autora. Ahora, por un golpe de azar y una necesidad de tener hacia donde escapar, descubre su herencia sefardí también traza y revive las angustias y dificultades que significaron para sus ancestros la expulsión de los judíos de España. Una historia que merece ser contada para que recuerden las nuevas generaciones, que lo único constante en todo este camino ha sido el amor y solidaridad de familiares y amigos que, aún en la distancia, nos elevan en esos momentos de incertidumbre y desespero. Son muchos recuerdos imborrables, muchos de ellos están aquí. No los olvidemos jamás. Primero en España, ayer en Venezuela, hoy en una diáspora …. ¿y mañana?