Son los años más duros de la crisis en España, un desempleado de mediana edad permanece sentado frente a la página en blanco de una pantalla de ordenador mientras su matrimonio naufraga en la indiferencia y su vida familiar se disuelve como un azucarillo. ¿Qué hace? Escribe. Le cuenta a esa página en blanco sus frustraciones, su pasado y su deprimente presente, se desahoga con ella de todo el desencanto y hastío que le provoca la realidad que le rodea, narra en tiempo real su propia caída en el abismo, su personal descenso a los infernos… y da vida a un personaje al que sitúa a miles de kilómetros de distancia, en la ciudad de Los Angeles. Lou Mannik es un detective sin ilusiones y de vuelta de todo que acepta el encargo de buscar a una joven desaparecida. Lo que en principio parecía un caso sin mayores misterios que el propio paradero de la joven desaparecida, pronto se convierte en algo más complejo y rodeado de grandes peligros. Sin embargo, al mismo tiempo que todos esos peligros se ciernen sobre él, Lou vuelve a descubrir en su interior un tipo de sentimientos que hacía mucho tiempo que tenía olvidados, sentimientos que a la postre le darán una posibilidad de salvación.