Al principio, la gran explosión creó el espacio y la materia. La producción de bosones de Higgs provocada por la inflación cósmica causaba caos e inestabilidad en el universo. Las partículas elementales se encontraban descontroladas en el vacío cuántico. Inexplicablemente, el joven cosmos sobrevivió hasta la nucleosíntesis, dejando nacer a los primeros iones de hidrógeno. El vacío infinito cubría la edad oscura del universo y la gravedad interactuaba con los elementos para estabilizarlos, así como interactúa con el agua produciendo la marea.
Entonces, la gran explosión quiso formar la luz. Misteriosamente ocurrió una reionización del universo. Los electrones en las órbitas de los átomos emitieron energía en forma de radiación… y la luz fue hecha. Se observó que la energía propagada por aquellas partículas elementales, llamadas fotones, era buena.
La fuerza de gravedad forjó a la luz en las tinieblas y llamó a la luz «estrellas», y a las tinieblas llamó «espacio». Fue la tarde y la mañana del primer día: los primeros 500 millones de años.
Génesis 1:1-5