MEDIA HORA DE PODER
El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. Se dice que la democracia es el modelo de convivencia menos malo de todos los sistemas y regímenes políticos conocidos. Sin embargo, un modelo donde las mayorías ostentan el poder de manera hegemónica, desoyendo y despreciando a las minorías, o incluso a los propios ciudadanos, hayan depositado su voto o no en esa mayoría gobernante, corre el riesgo de despertar al monstruo latente del totalitarismo en su expresión más cruel, como es el caso del Partido Moderno.
Es por ello crucial que se doten los regímenes democráticos de mecanismos que garanticen que la división de poderes sea real y una parte alícuota de ese poder llegue también al ciudadano mediante iniciativas legislativas que no pueden ser abortadas en las altas esferas. Es triste comprobar cómo muchas veces son los medios de comunicación los únicos altavoces de las minorías, de los sin techo, de los desahuciados, de los marginados, de los excluidos en definitiva de una sociedad sin el menor interés por ellos.
EL CUCHILLO DE CARTÓN
Cuando uno lleva toda la vida ejerciendo su trabajo de forma ejemplar y ejemplarizante, de manera profesional y cabal; y de repente, un día le tocan su orgullo, puede volverse loco, como es el caso de Don Ernesto. Una broma ingenua, sin la menor transcendencia, sería el detonante de la pérdida de su cordura. Lo que no perdería Don Ernesto sería su sentido del perfeccionismo, su actitud detallista, su meticulosidad obsesiva, su precisión, su sentido del corporativismo, de la disciplina, de la obediencia debida, del valor de la jerarquía como principio natural en todos los órdenes de la vida y su sentido del deber.