¿Cómo describiría La Habana un extranjero que la visita en 2018? Se ve una ciudad destruida, con edificios derrumbados, calles maltrechas, infectadas de basura y aguas fecales. Un nuevo gobierno tras la muerte de Fidel que intenta, con las mismas fórmulas erráticas, reflotar una economía que no logra despegar, so pretexto del bloqueo estadounidense y los huracanes. Una población empobrecida, agobiada, soñando con
mejoras que no llegan, o que son fugaces. Dispuesta a hacer lo que sea por sobrevivir o emigrar. Y todo eso, a ritmo de reguetón.
Pero ¿cómo vería eso mismo un viajero cubano, que viaja en el tiempo desde 1986 sin ser consciente de ello? ¿Y si además es un líder extremista del Partido Comunista, convencido de un inminente bombardeo estadounidense, para invadir la isla y ocuparla?
Este es el caso de Toribio Sanz. Oculto en un refugio subterráneo, plasma en un diario la interpretación de lo que está viendo en el 2018, con su óptica del 1986. Cree que Cuba ha sido bombardeada e invadida, y que su misión es liberarla, recurriendo incluso al sabotaje y los atentados.