La novela relata las experiencias personales que se desarrollan entre Amaya, Antonia y Verónica, protagonistas principales, mujeres que se conocieron alrededor de los años cincuenta cuando emigraron del País Vasco a la prometedora Venezuela.
Los motivos que las llevaron allí son distintos. Amaya emigra junto a su marido para labrarse un futuro más próspero. Mientras que Antonia se va para apartar la vergüenza de su familia. No solo por haberse casado con quien no era de su categoría, sino, sobre todo, por evitar que sus conocidos vieran crecer su incipiente maternidad. Por su parte, Verónica y su hermano emigraron con su padre, quien pronto regresó a casa con su esposa dejando a los dos jóvenes intentando salir adelante.
En la trama central, el papel de los hijos es fundamental, tanto que, por eso, Amaya y los suyos vuelven a su tierra. Sin embargo, Antonia y Verónica echarán raíces y jamás regresarán.
Destacan sobremanera las tribulaciones de uno de los hijos, cuyas inseguridades, provocadas por verse hasta su adolescencia avergonzado por su padre hacen que no se sienta uno más de la familia. En realidad, el chico añora ser hijo de otros. En su alma se va formando un pozo de resentimiento que precipitará al ser rechazado por la mujer que lo hizo sentirse como un auténtico hombre.
Tal combinado de incomprensión lo arrastra, irremediablemente, a la inestabilidad mental y al alcohol. Y a pesar de contar con el apoyo de su círculo, se comportará como un ser mezquino con quien no lo merece.
Finalmente, confiesa su error a un hermano, que, habiéndolo protegido siempre, permitirá un desenlace inopinado.