Me llamo Juan de Joara y muchos han sido los esfuerzos y trabajos en los que me he ocupado en el correr mi vida. Con ellos he alcanzado honor y reconocimiento como soldado, cargos públicos y algo más de riqueza que de respeto como señor. He batallado y vencido a los turcos del mismísimo Barbarroja y como recompensa por ello alcancé el grado de capitán en el Tercio y el mando de castillos en el Reino de Nápoles. Luego acrecenté mi fama como hombre de armas luchando contra los herejes protestantes alemanes y contra Francia, la más grande enemiga de nuestros soberanos.
Por todo ellos he pagado un precio muy alto. Todos estos años de luchas y batallas han forjado mi alma hasta hacerla semejante a un mortal arcabuz. Mi corazón se ha endurecido como el hierro de su cañón y me he vuelto tan destructivo como la pólvora con que se dispara. Como resultado de todo ello me he convertido en el peor de los hombres, alguien perjudicial y peligroso para todos aquellos que han tenido la desdicha de conocerme.
Ahora os contaré cuales han sido los terribles derroteros por los que he navegado en el curso de mi existencia, para que conozcáis mi vida extrema y culpable y, si podéis, me otorguéis vuestro perdón. El mismo que espero de la infinita misericordia de Nuestro Señor.