El latir y la piel es la lujuria de los sentimientos, la rendición de la calma, la desmesura de la mente, la noche donde no miras las estrellas, es el subconsciente ahogado, en sorbos de licor, en llanto, en sueños y, de vez en cuando, en muchas sonrisas. El latir y la piel son cada uno de los besos que he recibido y algunos de los que he dado, las caricias escondidas que he disfrutado, son las pasiones vividas, hasta convertirse en esquirlas, las fechas que no he olvidado. El latir y la piel es el amor, el amor que llega como una nube de verano, la ilusión que nace y tristemente muere, el desamor más clásico. Las imágenes rehaciendo el sofá, y aun sacudir el perfume atrapado. El latir y la piel es el horizonte incierto, con días salpicados de entereza, nunca de tranquilidad, pero sí de paciencia, los acontecimientos golpeándote en el pecho gritándote: “¡Despierta!”