¿Qué dijo Julio César al cruzar el Rubicón que guardase relación con la innovación?, ¿o qué tenían que ver la CIA, la psicodelia o Ibiza con todo esto?, ¿acaso podemos entrenar los sueños para ser nuestros aliados en la tarea de innovar?, ¿es la tradición una herramienta que puede dilucidar el progreso?, ¿quiénes eran los tres príncipes de Serendip?, ¿cómo podía ser un auténtico innovador el cínico Diógenes de Sinope desde la tinaja en la que vivía en la antigua Grecia?, y Kant, Plutarco o el mismísimo dios del Sol Amón-Ra, ¿qué tienen en común con la innovación?
El manifiesto de la innovación es una guía espiritual para el innovador, una defensa a ultranza de la esencia de la innovación y de cómo hacerla aflorar en nosotros mismos. La historia, la mitología, la religión o la filosofía nos revelan, como testigos privilegiados, algunos de los patrones que ayudan a trazar este manifiesto de la innovación y esa mirada necesaria para ir a su encuentro: una serie de mandamientos con los que experimentar y construir nuestro ser más innovador, con los que tratar de desarrollar el significado más profundo y vital de innovar en cada uno de nosotros.