He gozado leyendo el manuscrito de Francisco José a pesar de que he tenido que leerlo un par de veces porque el paso de las páginas me iba, progresivamente, introduciendo en un mundo de reflexiones hondamente humanas: el sentido de la enfermedad, el contraste permanente con el modo de vida de los otros – de los no enfermos – ese diluirse de las fronteras de la propia identidad personal, sentirse sometido a esclavitud no buscada, esa ansiedad ante el futuro, esa pregunta constante ¿por qué a mí?
Francisco José sabe bien de esas cosas y, me parece, eso es lo que balbucean sus anécdotas y sus palabras.
El libro, en efecto, es un conjunto interpelante de anécdotas, vivencias e ideas del autor, sometido desde hace años pese a su juventud a diálisis. Constituyendo este dato el denominador común, que parece faltar, de todo el libro.
Con todo, lo más importante no son las reflexiones con aire de suspense que suscita la lectura, sino el optimismo como salida vital que nos propone a cuantos hemos sido “tocados” en nuestra capacidad renal.
Manuel Lorenzo, Catedrático de la Universidad de Granada.