El otoño de los recuerdos nace de un periodo de reflexión durante una enfermedad, que le permite al autor analizar el presente y volver hacia atrás en el tiempo: la infancia, la familia, el barrio, la emigración de sus padres, el abandono de sus orígenes para irse a estudiar lejos… Es una obra obsesivamente existencial, se centra en la vida y la muerte y en lo que el tiempo nos hace y nos deshace. En definitiva, nos habla de la capacidad de renacer y resistir que tiene el ser humano. Y en este universo de continuos cambios, dolor, enfermedad, frustración e impotencia ante la vida y la muerte, el autor se reencuentra con la literatura, comprendiendo que es como un bálsamo que le ayuda y asumiendo que la percepción que tiene del mundo no sería la misma sin ésta. La obra, en resumen, es un relato sincero, profundo y bello, que nos muestra que a pesar de las muchas vicisitudes adversas que nos depare la vida, siempre hay un camino que nos permite salir airosos y aceptar los profundos cambios, de una forma gratificante.