Mario Vargas Llosa comenta que una de las funciones de la literatura es recordar a los hombres que por más firme que parezca el suelo que pisan y por más radiante que luzca la ciudad que habitan, siempre hay demonios escondidos por todas partes que pueden, en cualquier momento, provocar un cataclismo. Esta es una verdad constatable en esta primera novela de Carlos Canales. El pájaro rojo constituye en una poderosa alegoría para desmantelar espacios convencionales y proponer nuevos y profundos sustratos. El creador nos entrega una superrealidad que escapa de la mera anécdota y se coloca en un péndulo audaz que oscila entre lo esencial y lo existencial, entre la síntesis íntima y la colectividad, entre lo subjetivo y lo objetivo. Afloran historias imbricadas que se alejan y se refunden en el gran relato, personajes ontológicos, reales y suprarreales que se formulan para develarnos las historias periféricas, las constantes crisis de la fe y la acertada alquimia de los elementos históricos, ancestrales y populares. El pájaro rojo se inserta en la poderosa corriente de la nueva novela hispanoamericana que tiene como tarea lo que muy bien dijo Alejo Carpentier, hacernos vivir en sus ciudades que hay que descubrir, que revelar, que nombrar. Sus capítulos se visten de conjuro para liberar nuevos mitos, mitos de urbanidad completamente descarnados y, al mismo tiempo, develadores de la compleja e insondable condición humana. Gerard Genette subraya los conceptos narratológicos de “mostrar” y “contar” para referirse a la forma en que el autor regula la información que nos llega a través de la lectura de una novela. El trabajo de Canales logra una perspectiva interesante al crear un balance en las focalizaciones que fluyen dentro de la diégesis. No obstante, El pájaro rojo acentúa el “mostrar” en la voz que propone, sumiéndonos de forma patente en la historia contada, permitiendo que se desarrolle ante nuestros propios ojos, invitándonos a palpar, casi al contacto de nuestros sentidos, sus mundos posibles. Las leyendas del barrio, los prodigios míticos, sus polifonías, las distorsiones y sus resonancias que corporizan a los actantes del relato logran converger caóticamente orquestados en su estructura interna. Carlos Manuel Rivera Rosado