En El perfume de los días, Pedro Cansino narra, con humor e ironía, los dos primeros lustros de la vida de Oliver (1958-1968): un niño con poderes olfativos, nervioso e imaginativo, víctima del TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo), y el día a día de los pintorescos personajes que pueblan el barrio de Oliver, así como episodios hasta ahora desconocidos del dictador Francisco Franco y su entorno.
Marga, la ninfómana. Larreta, alias el vasco, mentiroso compulsivo. Iglesia S. A. y sus burlas papales. La pérfida señorita Lola, la cual disfrutaba martirizan-do a sus alumnos y les robaba algunos centímetros cúbicos de su sangre. Melquíades, el falangista. La chica del coro, su amor platónico. Federico, el comunista, profesor represaliado por el régimen franquista. Estos son algunos de los personajes y situaciones que deambulan por el particular universo, no exento de surrealismo, de Oliver.
Todos los días no huelen igual, los que pueden ver en el olor, y yo tengo ese don, saben distinguir entre los que amanecen envueltos en aromas de hierro oxidado y sangre, o en perfumes de sotana vieja de cura rancio: presagio de catástrofes. En cambio, los días que huelen a chicle de fresa y a canela se presentan optimistas y pletóricos de energía positiva: nada malo te puede pasar.