La tolerancia es, de los principios fundamentales sobre los que se asientan las democracias avanzadas, el más mencionado, esgrimido, arrojado, pervertido y degradado por la divulgación. Se presenta como deseablemente ilimitada, pero ¿no será esa ilimitación más bien una herramienta de destrucción de la democracia? Se propone a menudo como un regalo sin coste, ¿y no sería más conveniente exigirla también a quien la recibe? Estos problemas parecen amenazar a menudo la existencia misma de la sociedad democrática, cuando confluyen en la tolerancia incluso hacia quienes proponen su destrucción.
En esta obra se analiza el estado real del ejercicio de la tolerancia democrática y se recorren las condiciones con las que es necesario que esta cumpla (simetría y condicionalidad, entre otras), los obstáculos con los que se encuentra (por ejemplo, la confusión entre el ejercicio de la tolerancia política y la compasión privada) y los errores que se cometen al aplicarla (como la indiscriminación). Naturalmente, puede haber otras nociones de tolerancia, y se puede desear otros tipos de sociedad; pero es necesario ser precisos con la definición y el ejercicio de este valor si se quiere seguir cumpliendo con el mantenimiento y la supervivencia de las sociedades democráticas.