Este libro es una combinación de historias que hablan de otras tierras que nos enamoraron. Trata también de los amores en sus diversas modalidades que nos dejan muescas. Pero, sobre todo, hay una pregunta latente: ¿Dónde van nuestros recuerdos cuando los olvidamos? Verdaderamente no sé cómo funciona nuestra mente a la hora de seleccionar que guarda y que deja en el olvido. Pensé que nuestra memoria se centra en los recuerdos que han sido bonitos, en las personas que han significado felicidad en nuestras vidas, pero entonces no me explico por qué ella nos olvida. Me causaría más tristeza que el olvido en sí, pensar que no hemos llegado a ser merecedores de permanecer en alguno de sus hemisferios. He conocido a varias personas que sobrevivieron al Holocausto. Escuché sus testimonios y, tras oír sus relatos de sufrimiento, tras comprobar cómo esos momentos han quedado tatuados en su cerebro como los números identificativos en su piel, creí que los recuerdos que selecciona nuestra mente, por lo tanto, no son siempre los que nos han hecho felices. En definitiva, de una u otra forma, el olvido causa dolor. El reto no está en que recuerden, sino en que haya un presente vivo cada día. Julio Osuna, Manolo Requena o Luis Marcelo Marín hicieron posible ese presente en ella para poder reinventarlo. Estas historias entrelazadas deberían enseñarnos que la desesperación no es salida. Solo lo es la ilusión de volver a pintar otro mapa.