Bien porque no eran conocidos por la mayoría, pues no se prodigaban en su tiempo; bien porque, al ser muy escasos, sus propietarios los resguardaran y defendieran de miradas que no convenían, por diferentes y justos motivos; bien porque contenían secretos logísticos de estado de mucho valor, tanto civiles como militares; bien porque eran secretos guardados bajo juramento en los gremios, y por otras obvias razones más, este tipo de libro no ha llegado hasta nosotros, lo que no significa que no existieran y que alguno de ellos, diera pie o, mejor dicho, diera un paso ingente, a una nueva concepción del mundo en que vivimos. Quizá fuera otro similar a éste el que buscaba y tal vez encontrara Colón en su peregrinar por los reinos de Castilla, Portugal, Francia y Escocia. Pero ello sería un buen tema para otra curiosa e interesante historia.
El que sostienen tus manos y tu mente contempla, paciente lector, es una alegoría a la imaginación, a la fantasía, al amor a la sabiduría y al espíritu de la belleza, …pues pienso que, si los hombres en sus menesteres se guiaran por ellas, entonces llegarán tiempos en que los magos sabios se sentarán en los solios de los poderosos y los antiguos maestros caminarán con nosotros.
“En un camino donde confluyen la acción histórica y el relato de viajes, plagado de suspense y aventura intelectual, El secreto de Emanuel Fluvii, geómetra y navegante es todo eso y también muy fundamentalmente una investigación sustentada en hipótesis tanto científicas como filosóficas de la época. Un hecho que se perfila narrativamente en los avatares y evidencias que aporta su protagonista. Parafraseando a Recalde, este libro es un reto a la imaginación encaminada a entender la realidad. Y un estímulo para volver a imaginar, para rehacer los mapas de la Tierra a través de su retrato”.
-María Elena Soto.