Este poemario surgió tras una gripe que padeció el autor y que le animó a abordar esta temática. El primer poema, «Un boleto o tique», nació en la sala de urgencias del hospital de La Princesa, mientras esperaba ser atendido.
Sin constituir un tratado sobre la respiración y sus enfermedades, el libro aborda temas como la tos, el cáncer de pulmón, los broncoespasmos, los estornudos, la apnea del sueño y la tuberculosis. Se dedica un poema a santa Teresa de Lisieux, fallecida por esta enfermedad.
El poemario también incluye composiciones dedicadas a los hospitales de Cantoblanco y La Fuenfría, inicialmente especializados en el tratamiento de la tuberculosis. En «Una belleza asfixiante», se reflexiona sobre la idealización romántica de la enfermedad como símbolo de belleza, cuestionando si este patrón se repite en fenómenos actuales como la vigorexia o la anorexia.
Con humor, el autor trata temas como la mucosidad, las hemorragias nasales y las flatulencias en poemas como «Eres un mocoso», «Se nos va la fuerza… por las narices» y «Nuestro cuerpo: sólido, líquido… y gaseoso».
Dado que la respiración es condición de vida, el poemario también ofrece una visión existencial. En «Liturgia de muerte», se denuncia el problema de la drogadicción en jóvenes; mientras que «Muertos vivientes» critica la guerra a través de un episodio de la I Guerra Mundial relacionado con el uso de gas tóxico. En «Relicarios», aborda con humor la presencia de virus en los cuerpos.
Finalmente, como poemario que sopla hacia la vida, también se detiene en la muerte, con textos como «La bruma, vaya broma» y «La muerte», en los que se invita a dar lo mejor de uno mismo.