Los relatos recogidos en esta obra se ubican en el territorio de la incertidumbre. Lejos de perseguir propósitos definidos y edificantes, los personajes deambulan por las páginas en busca de rutas de huida, y encuentran el acomodo necesario para refugiarse en abismos insondables dentro del marco de una sociedad alienante. Las relaciones de producción existentes en la mayoría del planeta, que fomentan y requieren una estructura moral eminentemente individualista para su reproducción, han elevado la incomunicación a cotas nunca antes vistas. En este contexto, no parece haber más salida que hacer equilibrios sobre los restos despedazados de la propia vida. Mientras tanto, solo queda ordenar los fragmentos de lo que un día tal vez pudo definirse como un idilio con la realidad. Un idilio únicamente soñado, no vivido. Construido artificialmente sobre capas superpuestas de expectativas que, al perder consistencia, una a una, en el presente inmediato, han ido desgajando la belleza de las envolturas de nuestro mundo para transformarlas en un escaparate de las pulsiones más bajas y viscerales. Tal vez esta obra no pretenda ser más que una radiografía de los intrincados senderos del miedo, la soledad y la ausencia.