Cartagena de Indias, principios del siglo XVII. Don Juan de Guevara, en su papel de secretario general del gran inquisidor, ha ido adquiriendo grandes dosis de poder en la ciudad. Su falta de escrúpulos le lleva a unirse —y dominar— al corrupto gobernador don Joaquín Gómez León, de cuya esposa ha sido amante durante algún tiempo. Los dos hombres hacen y deshacen, sacan provecho de la reventa de los esclavos que les proporciona el tratante portugués Fabiam Mendoça, y acumulan oro y plata amén de otros beneficios.
La llegada del visitador real don Pedro Alonso, amigo de infancia y juventud de Juan de Guevara, desencadena una serie de circunstancias que van a afectar no sólo a los dos amigos sino también a aquellos que les rodean, empezando por la joven mestiza y prometida de Juan, doña Leonor Ribalta, hija adoptiva de unos ricos comerciantes de la ciudad.
Esta es una historia de egoísmo y de redención, de sueños acariciados en la rutina de la inmovilidad y del intento de sobre vivir a los designios de aquello que algunos llaman el destino.
Cruzando el océano, de la inamovible Castilla a las tierras con quistadas en las Indias occidentales, Pedro Alonso halla todo aquello que el cerrado Toledo de su siglo le negaba: los aires y los aromas de una tierra nueva, la auténtica pasión y el amor infinito. Con todo ello, sin embargo, también encuentra una parte de sí mismo que le confunde y la verdad de un mundo que se abre ante él para engullirle y mostrarle su cruda realidad.