El Teatro Chino de Manolita Chen, desgraciadamente, ya no existe. Para unos, fue el heredero de las andanzas de nuestros áureos cómicos de la legua. Para otros, un vehículo donde poder ver en escena lo prohibido por el régimen franquista; sin embargo y, sea como fuere, nos encontramos ante el teatro portátil más importante y de mayor fama de cuantos recorrieron la geografía española. Un recorrido que abarcó desde finales de los años cuarenta y hasta bien entrada la década de los ochenta ofreciendo una máxima única: “¡Piernas, mujeres y cómicos para todos ustedes, simpático público!”.
Un entoldado metálico ideado por Chen Tse-Ping, artista de origen chino, quien contraería matrimonio en la convulsa España de la posguerra con una agraciada madrileña, Manuela Fernández, a la postre Manolita Chen, todo un mito de las variedades arrevistadas en España únicamente parangonable a la incombustible Celia Gámez.
La llegada del Teatro Chino a las distintas poblaciones españolas creaba tal paroxismo que hasta las autoridades eclesiásticas y civiles tuvieron que mediar en ello: unos ojos rasgados y una belleza oriental ciertamente misteriosa eran las bazas con las que solía jugar Manolita Chen a la hora de enfervorizar a su masculina concurrencia.
Sirva, pues, el presente volumen como el único y más completo estudio sobre esta mítica carpa ambulante a la par que servirá para despejar ciertas incógnitas y acallar determinados infundios que, durante años, han salpicado la fama del inolvidable y siempre recordado Teatro Chino de Manolita Chen.