Habitamos el tiempo a través de la palabra. Nuestra vida es un lienzo en blanco donde tenemos la oportunidad de escribirnos, trazando nuestra propia fisonomía. En el sueño proyectamos imágenes que buscan ser pronunciadas. Bebemos en la savia vital de la poesía, cada día escribimos un poema. Somos ese tiempo que cada noche sueña su rostro.