Luis J. Beltrán quiere hacer una pausa en su vida, dejar de ser prisionero del tiempo y alejarse en cuerpo y mente del trabajo y circunstancias personales. Quiere dar rienda suelta a una idea que hacía tiempo le rondaba la cabeza: escribir. En esa empresa converge con Miguel de Assiego, quien vivió doscientos años antes, en la guerra de la independencia española. Ambos personajes vivirán peripecias paralelas.
El tiempo no hace prisioneros es una doble novela. Ingeniosamente diseñada, presenta dos historias que se desarrollan en paralelo, cosidas finamente entre sí, de forma que parecen independientes cuando en realidad tienen una sutil sutura. Por un lado, es una visión irónica de la sociedad del siglo XXI.
Y es, al mismo tiempo, una apasionante historia de la guerra de la independencia, que transcurre en el universo cautivador de Granada, Ronda, Antequera, Málaga, Cádiz y, en el centro, Campollano, donde a los protagonistas les encuentra la guerra haciendo su vida entre Cofradías de Semana Santa, negocios, odios y amores. Desfilan por la trama personajes que fueron protagonistas de aquellos sucesos, como Francisco Martínez de la Rosa o el General Ballesteros. Un relato de la guerra real, la que sufrieron unos personajes de a pie a los que los envolvió la ola de violencia y envidias que toda contienda desata.
Su lectura, más que ágil, vertiginosa, depara sorpresas y desenfados, ironías y sinsabores propias de sus protagonistas.