“Hace mucho tiempo, en el albor del mundo, el Dios Supremo Phélomer encargó a su hermano Urek la talla de una silla, pero no una silla cualquiera, una especial, pues sería su trono en la tierra…”
Año 14 del reinado del Márkul, hijo de Bastian.
Casidia es una sombra de lo que antaño fue y su macilento rey parece incapaz de recuperar su grandeza. Su general Wástadur, ante el temor de su señor por evitar el resurgimiento del imperio, ha acaparado demasiado poder y ha subyugado las libertades del pueblo. Pero algo cambia cuando un chico de origen humilde llega a la capital. Lóthlor pronto llamará la atención del rey, quien verá en él el rayo de esperanza que el reino necesita. Márkul nombrará al chico Protegido del Rey, sin sospechar que esa decisión lo cambiará todo.
Los avatares del destino pronto cruzarán los caminos de Lóthlor y Wástadur, cuando el padre del chico sea reclutado para librar una guerra en las tierras yermas, una guerra que enmascara los verdaderos planes del ambicioso general. El joven Lóthlor, atormentado por terribles visiones, deberá abandonar a su familia, a sus amigos y a su estimada Lestia y emprender un viaje para rescatar a su padre. Lóthlor inicia así su anábasis, una vorágine de aventuras donde el honor, la tragedia y el destino guiarán cada uno de sus pasos.
Éste es el mundo creado por el dios Phélomer, el Dios Supremo. Éste es el mundo del trono de madera.
El Trono de madera entrelaza la esencia de los mitos clásicos grecorromanos con el imaginario de la literatura y la historia medieval, especialmente la materia de bretaña. Lóthlor se nos presenta como un paladín con el sino de un héroe griego y el honor de un caballero medieval, pero angustiado ante los grandes dilemas existenciales que siempre han atormentado y atormentarán a la humanidad: quién soy, de dónde vengo y hacia dónde debo ir.