Un viajero baja de un tren en la estación de Balsicas (Murcia) y pregunta por el lugar de Lo Ferro para ver el festival flamenco. Una joven lo recibe y le responde cantando que ella es de Lo Ferro. Él le pregunta qué cante es el que lleva. Ella no se lo dice con claridad, lo invita a buscar el cante y le dice de forma muy vaga que ni es mujer ni cante, confundiéndolo. En la segunda escena, se encuentran en la entrada de Lo Ferro, ella da algunas señas suyas y van hacia el centro del pueblo los dos hasta llegar al recinto del festival de Lo Ferro. Ya en la sexta y última escena, llegan al escenario y prosigue el diálogo con el que de nuevo le pregunta quién hay en su bella cara. Tras algún requiebro más, ella ya le dice que es un cante joven (nuevo), que es libre, y lo invita a quedarse en Lo Ferro, lo que al final consigue, tras averiguar el viajero también por revelación de señas sonoras que ella tan solo es un cante flamenco de nuevo estilo, el cante por estilo de «ferreña». De esta manera, el viajero es también un cantaor que se queda prendado del nuevo estilo de cante, comprometido para interpretarlo durante toda su vida.