<<La primera vez que me enseñaste tu relato, no capté bien lo que contabas. No era el momento. La segunda vez que estaba dispuesta a leerlo, no pude avanzar más allá de la infancia porque me llenaba de nostalgia. Cuando me senté tranquila, sin nada que me estuviera esperando, no pude parar de leer; olvidé que eras tú quien escribía y me vi de pronto con una caja de emociones en las manos. He llorado mucho, desnudada por alguien contando tanto de mí, muy mío. Es casi un atrevimiento hablar de mí con algo tan tuyo, pero, en cierto modo, todos formamos parte de los demás… Es un placer que formes parte de mi vida>>.
Berenice