A partir del uso de las manos como herramientas del cerebro, hemos desarrollado la técnica, que es parte del hacer del ser humano. La técnica, palabra que viene del griego y se entiende como «arte» o «ciencia», está íntimamente relacionada con nuestro existir biológico; sin el uso de la técnica nuestra vida sería muy difícil. Con la técnica el ser humano ha configurado su mundo, ha creado su cultura. Con la técnica ha desarrollado herramientas e instrumentos que utiliza para su sobrevivencia. A las herramientas o instrumentos las consideramos, en general, como útiles que usamos para nuestro hacer, y como tales, les damos un sentido o significado dentro de ese contexto, y a partir de ello, determinamos su razón de ser o las razones por las que existen.
El concepto de útiles o herramientas que tienen su significado según para qué se los utiliza, es tan arraigado y fundamental en nosotros, que es una de las maneras de explicarnos también muchas de nuestras relaciones con lo que nos rodea, no solo con lo que utilizamos para realizar nuestras tareas. Al lenguaje lo entendemos como una herramienta, y hasta al tiempo, a nuestro tiempo lo explicitamos como un medio a través del cual nos realizamos, como cuando nos decimos: «¡estoy a tiempo!». Podemos considerar desde esta perspectiva inclusive a nuestras relaciones con los demás, y también lo que significamos nosotros para nosotros mismos. De ello podemos darnos cuenta cuando preguntamos a alguien: «¿En qué puedo serte útil?» o cuando nos decimos: «¡soy un inútil!» o «¡soy útil para aquello!».
Entendernos desde esa perspectiva, nos permite comprender y darle sentido y significado a nuestras vidas. Darle una razón de ser válida a nuestra existencia, equivale a respondernos cómo hacer útil nuestra vida para que valga vivirla. Encuentra tu razón de existir.