Tu participación en este libro no es algo consciente. Probablemente no es algo a lo que le hayas dado importancia. Pero en la página 94 te cruzas con el protagonista en mitad de la calle. Os miráis fijamente y antes de que tenga el tiempo suficiente para efectuar un contacto mayor, tú ya te has escapado. Has decidido ignorarlo de la misma forma que a cientos de personas cada día. Pero
a él le has dejado bien jodido. Constantino ha estado en coma. Seis años. De los seis a los doce. Y seis años después ya va por dieciocho y ve claro que tiene que salir del pueblo. Igual que su madre cuando les abandonó, pero él mejor avisa, no vayan a creer los vecinos que le han secuestrado y su padre tenga que cerrar el chiringuito. O no vaya a echarle de menos la vieja que vive al lado y que, a escondidas, tiene la plantación de cannabis más grande del municipio. Pero no corramos tanto que el cielo no se cae hasta el capítulo nueve y el banquero no cambia de hogar hasta la mitad de la historia. ¿Te ha quedado claro de qué va el libro? ¿No?
Pues de la vida, joder.