Un hombre de aspecto algo extravagante; un autodidacta intelectual, culto, de espíritu aventurero; un inconformista patológico. Y de muy pocos, amigo incondicional. Llevaba una vida convencional como alguien comprometido con su trabajo, emprendedor y sentimental. Muy familiar, pero no arraigado a ningún lugar, y sí, fuertemente enraizado a las personas que forman parte de su vida.
Así sería descrito por quien lo conociese bien. Y también, como podría definirse al personaje principal, Manuel. Una persona que un día decide dejarlo todo, olvidarse del individuo que algunos reconocen en él, para seguir su instinto. Con la intención de encontrar respuestas a una serie de sucesos que desde su infancia han ido forjando en él una insondable vida interior. Se reencuentra con el niño que fue; encuentro donde comienzan a asaltarle preguntas cimentadas en la intuición, a la que consagra su vida.
Acompañado por Carmen, con la que comparte su pasión por Miguel Ángel, viajan a Florencia para dar ambos un vuelco a sus vidas, que los transformará para siempre, una metamorfosis ilimitable y pasional.
Un hombre que despierta de un profundo sueño para comprobar que el resto del mundo sigue durmiendo inmerso en una pesadilla a la que llaman humanidad.
Imagínate que la realidad no existiese, y solo los deseos fuesen algo tangible. Si fueses capaz de imaginarlo, podrías renacer, algo que pudieron hacer unos pocos hombres y mujeres en el Renacimiento.