De nuevo un terrorista se iba a cruzar en el camino de un policía, que vivía hasta ese momento sin sobresaltos en Canarias, tras muchos años luchando contra ETA, pero esta vez el terrorista ha jurado lealtad a Daesh, el Estado Islámico, y el protagonista tiene que volver a primera línea para hacer frente a la amenaza, en una investigación en la que se reencontrará con alguien de su pasado.
En esta novela se conjugan conocimientos teóricos y académicos que el autor tiene sobre la materia terrorista con su experiencia personal para crear una historia que habla de policías, sobre todo, y también de terroristas. De los primeros muestra el gran sacrificio que hacen en su lucha por la sociedad, que tantas facturas pasa en lo personal, familiar o hasta en el plano de la salud.
Subrayando que tras una placa hay una persona que lo primero es eso, que se emociona, miente, rabia y a veces flojea y piensa en tirar la toalla, como todo hijo de vecino. Respecto de los segundos intentar reflejar que, aunque no lo parezca, también pueden llegar a tener una persona dentro. Siempre esgrimiendo un respeto extremo a las víctimas del terrorismo, a las que esta sociedad tanto debe y tanto se olvida de ellas.
Todo ello con escenario la isla donde vive el autor, Gran Canaria, en la que transcurre buena parte del relato, y otra isla especial para cualquiera que la haya visitado, Lanzarote.