Donde la injusticia aturde y la crueldad es asumida por la muchedumbre, sólo cabe esperar que llegue la tormenta o la marejada, para luchar con una o escapar a flote de la otra. Sin embargo no se ha creado todavía suficiente viento como para erosionar la muralla de autómatas que contienen las olas sin quererlo ni saberlo, o simplemente por pasividad, por miedo a que la marea les lleve a ellos también a convertirse en arena. Y el agua seguirá pues alejada por nosotros mismos y dejándonos en la sed más absoluta.
Ponerse a derrumbar murallas sería de valientes, de héroes; luchar para conseguir la libertad sería lo esperable, lo correcto, sí, sé que me querríais de esa manera… pero cómo no iba a preferir alejarme de todo aquello, y dejar aquella costa con sus propios problemas. ¿Qué más da si, al fin y al cabo, en un mundo de tiranos ser humano es ser un asesino?