Cualquier evento a representar en un teatro supone una ubicación en el espacio con unas características específicas determinadas.
El género teatral se consuma con la representación en el espacio físico escénico.
Con demasiada frecuencia se obvia, relegando a un plano secundario esta realidad que es fundamental por ser real e imprescindible, como fundamental es el texto dramático.
Este tratado pretende hacer captar la atención en aspectos específicos del comportamiento de la imagen y espacio teatral, respecto a la globalidad del fenómeno y viceversa.
Las conclusiones tomadas siempre serán relativizadas huyendo del dogma, puesto que como en cualquier otra forma de expresión artística, no existe la definición cerrada sino una constante, abierta y viva retórica, en este caso basada en los aspectos que suponen el tratamiento de la imagen teatral.
Este análisis propone un principio y forma inicial para acometer y despejar algunas cuestiones en la búsqueda de la idea visual para una producción a escenificar. Sin embargo, conscientes de su limitación, entendemos que la manera de resolución incluso en su forma, permanece y está implícita en la misma producción y sus componentes, texto, dirección de escena y la propia visión escenográfica, por lo que el sistema de aplicación para llegar a la conclusión y metáfora visual en la configuración escénica es variable, indefinida y es la invención o descubrimiento que debe despejar el diseñador.
La versatilidad y capacidad de descodificar el sistema interno de cada idea a representar es la virtud que caracteriza al escenógrafo y su cometido y función dentro de una producción teatral.