Acompañando a su madre, en un peregrinar desde Valencia hasta tierras onubenses; Pepe, nada más llegar a la aldea, va a conocer a un misterioso personaje que le hará remover la tierra oculta del pasado; que va a ir sembrando las dudas de su existencia y que con el tiempo, hará florecer en su corazón flores blancas de puro sentimiento; para ello, es preciso que relato a relato, como lluvia de pétalos, vaya descubriendo la verdadera historia de la vida de su madre: Esperanza.
Una Esperanza, que representa el milagro de la fe y que va vistiendo de gris el paso de su efímera infancia, que va coloreando de rojo intenso su primer amor de adolescencia; que retrata de riguroso luto la muerte y la traición; para en la segunda parte, dibujar con un intenso verde la venida de su hijo al mundo, ilustrar las yemas de la ilusión hasta convertirlas en suspiro de vida y alumbrar su eterna primavera con luces de serena felicidad.
Así pues, en un escenario de la más profunda Andalucía, los personajes de esta novela representan desde la más ferviente religiosidad hasta lo más ruin de las pasiones, desde la mayor blancura del corazón hasta la más sombría alma lorquiana; y hasta la propia Esperanza, encarna la mentira y la verdad; pues si su historia, ahora es tan sólo fruto de este escritor, quizás usted lector, la convierta en realidad cuando página a página vaya descubriendo su vida.