“Estatuas”, primer libro del poeta extremeño Juan Pablo Sánchez Miranda es, en rasgos generales, un cántico dolorido a sentimientos como la soledad, incomunicación, melancolía o desolación. Es una obra en la que gran parte de los poemas presenta al ser humano como un ser aislado y preso de sus circunstancias individuales, o desprendido de carne y huesos, con sus ojos y boca sellados, para convertirse en una fría estatua dura e inmutable totalmente acorazada ante los golpes de la vida. Porque el mundo en el que vivimos no deja de ser otra cosa que un vasto jardín plagado de estatuas, todas diferentes en su forma, pero todas cubiertas en algún momento por el mismo verdín de la desolación, el mismo liquen de la incapacidad de expresarse, las mismas grietas del miedo y la inseguridad, la misma hiedra de la ausencia, el mismo musgo del amor y las mismas gotas silenciosas de la traición, de la muerte, de la desesperación o de la lucha impetuosa entre la realidad y el deseo. “Estatuas” deshumaniza en cierto modo al hombre para hacerlo incluso más humano.