Deseamos tener mucho tiempo de vida, pero en nuestro día a día carecemos de él para disfrutar, para vivir. Queremos alargar el futuro mientras los segundos del presente avanzan y se quedan atrás sin darnos cuenta de que somos efímeros.
Creamos la necesidad de control absoluto pero pasamos por alto detalles de nuestro alrededor que podrían enriquecernos.
Asómate a la vida y hazte preguntas, porque el camino liso y sin huellas es reflejo de una vida monótona y serena. Más atractiva es la montaña, formada por grietas y árboles torcidos, que cuentan con una humilde apariencia los momentos vividos.
La vida es un conjunto de etapas, y un «me quiero» es tu reflejo.