Falco es un joven que desiste de la sociedad actual que no llega a satisfacer sus hondas inquietudes y contradicciones. La muerte de Mercedes y su posterior llamada a instancias judiciales le sirven para expresar la situación de su ánimo cuando estima que el mundo exterior confabula contra su espíritu y singularidad. Sin hallar respuestas a sus profundas reflexiones y estudios sobre aquello que le turba, deduciendo que solo tiene vigencia el mal con diversa manifestación. Incluso presiente que no se tiene sustancia en ninguna acción para denominarla como «BIEN», sino que tan solo es mal camuflado, se atormenta.
Su amigo Teófanes, vividor, intelectual, pero caminante y peregrino por la realidad del mundo, quiere prestarle ayuda, sin ser tentación, para que pueda acceder al mundo insustancial del más allá, con objeto de hallar alivio, conectando con el espíritu de Mercedes. Es a través de las videntes el medio idóneo que le asevera Teófanes para ese fin.
Mientras, como espíritu de contradicción indefinido, acepta la proposición de Teófanes para andar por el mundo real y escuchar las voces personales de cada ser con sus inquietudes y necesidades diarias, objetivo para tratar de cambiarle su deseo por abrazar mundos metafísicos. Lo consigue en parte, sin la protección de su misma dubitativa naturaleza, obtiene la ayuda de Teófanes para la animación suspendida por ir al más allá y seleccionar un ejército que permita el regreso a la tierra donde guerrear contra el mundo real. Ahí queda el final del drama. Teófanes vigila su dormida existencia, desconociendo el sitio al que va y temiendo el regreso.