Roquero escabullido de la fama, Felio buscará su nirvana en Ficto, el pueblo en que nació. De su masía al trabajo en la oficina del cementerio, pasará su nueva vida entre reuniones literarias y partidas de póquer con una menor precoz. Pero la paz provinciana quedará patas arriba con la desaparición del librero. Novela negra, sensorial y de costumbres/manías, en que el instinto forcejea con la llamada de la sangre, poniendo contra las cuerdas el tabú de la felicidad ilícita. En su prólogo Javier Barajas, periodista y director de cine, ve en esta «obra perdurable» el paso de su autora por traiciones y bondades. Como él apunta, «la buena literatura se alimenta de luces y sombras», reflejo de las humanas contradicciones.