Fénix, mi ciudad, al borde de la guerra, una tradición tan antigua que nadie es capaz de recordar de dónde proviene. Dos hermanos elegidos para defender la ciudad de los monstruos que tratan de destruirla. ¿O, tal vez, los verdaderos monstruos se encuentren en el interior de la ciudad?
Personalmente, no me cuesta admitir que tengo miedo, todos lo tenemos.
Los peores temores se han hecho realidad y el mundo es peligroso. Mi padre detesta que admita que me da miedo salir a la calle, pero yo sé que a él también le asusta, porque, aunque conozco poco de lo que hay ahí fuera, estoy seguro de que es aterrador y de que quiere matarme, al menos eso me han enseñado desde que soy del tamaño de un grano de arroz.
Desde pequeños nos entrenan para luchar, para saber defendernos, pero, también están los protectores para asegurarse de que la ciudad sea segura, algo que en realidad no siempre funciona, muchos mueren a lo largo de los años y muy pocos llegamos a graduarnos. Es raro que yo haya logrado alcanzar el penúltimo curso, según las expectativas de mis compañeros debería llevar muerto desde antes de entrar en la escuela.
Pero ¿y si yo también llegase a ser un protector?