Escribir poesía es estar al borde del abismo al mismo tiempo que en las cumbres más altas. Escuchar el susurro del silencio. Ser y no ser, caminar solo o acompañado por las laderas extensas del alma. Es disgregarse para incorporar nuevas formas de expresión de las palabras con que expresar lo que sentimos.
Cuando oí la frase ¡no encuentro palabras!, que indicaban el dolor de una pérdida, me di cuenta de la limitación de la poesía. No es que no existan, es que no han nacido todavía. Pasa lo mismo con la pintura, tampoco ellos han encontrado el abrazo perfecto del pincel con los colores que desean, aunque Velázquez “pintara el aire” en Las Meninas. Son pasos atrevidos, ¡ahí es nada!. Los poetas que son los “submaniristas” del espíritu, intentan sacar fuera lo que sienten en lo más profundo de lo inmaterial de la materia humana, ese matrimonio que cada vez está más cerca. Que nos sirva a los médicos para encontrar frases que no duelan, cuando tenemos que pronunciar la más terrible de las palabras. ¡Vamos a intentarlo!